(...) cuando decidí no solo ser argentina; sino también gallega. Elegí optar por la nacionalidad de mis abuelos porque nunca los conocí. Yo no tuve abuelos y digamos que busqué a los míos en los libros gallegos, primero; y en las calles de Santiago de Compostela después.
¿Saben? Me acuerdo de primer grado... todas las nenas juntas en un grupo de seis... carlaban de sus raíces y yo que no entendía muy bien lo asocié al hospital donde habían nacido ... y como yo nací en el Centro Gallego de Bs As dije firme y orgullosa "yo soy gallega" y todas se rieron de mí. En ese momento no entendí por qué pero me sentí muy avergonzada. Sólo 10 años después (sí, leyeron bien, 10 años después) comprendí que a los gallegos siempre se los burló; siempre eran los inmigrantes, las mulas de carga... siempre, el centro de las burlas; y yo me sentí exactamente igual durante mucho tiempo.
En la primaria y hasta tercer año de la secundaria, yo era una nena molesta y sola. Tenía mi mejor amiga en el barrio y varios buenos compañeros en el club... pero nada más. La mayor parte del tiempo me sentía una inútil y una incapaz de hacer nada bien; salvo leer y escribir. A los diez años aprendí a tocar la guitarra; pero cuando la llevé al colegio se burlaron tanto de mí que estuve un rato largo alejada de sus cuerdas.
Cuando cumplí 13 años sucedieron dos milagros: entré al equipo de natación de San Lorenzo y entré a los Exploradores Argentinos de Don Bosco. Y digo "milagro" porque a esos lugares caí casi de casualidad. Al equipo entré porque una tarde que estaba en el club me invitaron a "nadar" una carrera porque le faltaba gente y aunque no gané, quedé en el equipo. Entrenaba 3 horas por día cuatro días a la semana y era feliz.
Al Bata llegué porque mi mejor amiga dijo que se iba a inscribir y al final nunca lo hizo. Yo descubrí un estilo de vida que me llenaría el alma y me abriría los ojos. La Virgen y el "Barbudo" la tienen clara. En San Lorenzo y en el Bata aprendí muchas cosas pero la más importante fue saber que: yo era importante. Yo valía mucho y mucha gente me quería y valoraba. La vida se me llenó de amigos y de música.
La vida me regaló una patrulla de seis hermanas que aún hoy me acompañan. Ellas lloraron, rieron, se ensuciaron, putearon, bailaron y mil cosas más conmigo. Me dí cuenta que el problema no era yo. Me decidí, me animé y me cambié de colegio en cuarto año y nuevamente encontré amistades que me acompañan hasta el día de hoy.
Entendí que uno es responsable por su vida y que la construye en cada pequeño gesto. Ahí me decidí para siempre: yo quiero cambiar el mundo y elegí la manera más sencilla de hacerlo: sería docente. Y por lo charlatana y volada no quedaba dudas; de lengua y literatura.
Entré a trabajar y a la facultad y volví a ser feliz. Trabajaba de viernes a miércoles, 8, 10 o más horas y durante mi franco cursaba de 9 de la mañana a 23 hs. La pasaba bomba entre apuntes, cafés y discusiones filosóficas. Conocí a Serrat, Marwan, Serrano, Sabina y Silvio Rodríguez. Me maravillan como logran ponerle música y palabras a mis sentimientos. Como me llevan "en una reata de pegasos, tras la estrella del vencido. Mientras me hago las preguntas que exigen estar aún vivo"
La vida me golpeó bastante. Algunas heridas aún supuran, sí... Me traicionó gente que jamás creí que lo haría. Tuve que vivir miedos y enfrentar angustias que hasta el día de hoy evitan que confíe ciegamente en alguien.
Fui docente con esa mochila y cada día que entro al aula soy feliz. No dudo... jamás dudé de mi profesión. Llegué a Deseado con todo esto y esto me hace la profe que tienen y que los quiere tanto.
Maloserá, gente. Maloserá!
*Actividad solicitada por los alumnos de séptimo grado