Estos días fui abofeteada por varias aberraciones. El crimen de Gessell y los de Puerto Deseado fueron dos de ellas; pero también lo fueron las mesas compensatorias y previas de febrero. A primera vista parecería que no tienen punto en común y sin embargo... sí lo hay. No me malentiendan, creo firmemente que los culpables tienen que ser castigados con todo el peso de la ley. Sin embargo no dejo de pensar que estas personas a su vez también son víctimas. Víctimas de una educación que promueve la acreditación por sobre el aprendizaje y el parámetro por la humanidad. Víctimas de un aprendizaje especulativo y cautivo de los vaivenes políticos. Víctimas también de una rabieta sesgada de raitings televisivos ... donde unos rugbiers de 19-20 años son
chicos y un pibe de 16 en situación de riesgo es un
menor. Tanto uno como los otros son CRIMINALES y deben pagar por lo que hicieron.
Pero hacer justicia por las víctimas es más que el diente por diente... es tratar de entender porqué a diez pibes les pareció bien cagar a golpes a uno solo, filmarlo y mofarse de eso. La mayoría de nosotros -más o menos adolescentes- los tildaríamos de cagones y tendrían poco que hacer en el barrio. Entender porqué un pibe de 16 años se deja llevar por la violencia, abusa de una mujer, la golpea hasta matarla y asesina bestialmente a un nene de 4 años en el que-si hubiera mirado detenidamente- habría visto su propio reflejo.
El castigo debe ser justo y legal; pero si esto no se acompaña de una revisión de las causas ... El castigo no será justicia... será sólo un berrinche de una sociedad movilizada por un impulso vengativo e infantil.
Le debemos a Fernando, a María y sobretodo a Santino el revisar qué llevó a estos pibes a actuar de esa manera y hacer los cambios necesarios y urgentes.
Maloserá, gente. Maloserá!