viernes, 6 de enero de 2017

Brisa de Jazmín

Las noches de verano en Boedo tienen ese olor tan particular a brisa de jazmín; a vecinos tomando mate en el balcón o en la vereda poniendo en jaque el miedo por la inseguridad. 




Las noches de Boedo en Bs. As. tienen puesto el cronómetro en el vaivén de la hamaca en el patio donde duerme mi viejo porque "Ahí sí corre aire" y la cabeza de mi madre a los pies de su cama; como si de esa manera la humedad que pega el cuerpo a las sábanas tardara más en encontrarla.  

Boedo tiene esa capacidad cromática de un estallido naranja en plena siesta de domingo y  la resolana pegajosa de un baldazo a la vereda de una vecina científica. 





Tiene la penumbra amarilla de un almuerzo de domingo donde bajamos la persiana "porque está pesado"; pero el pesado calor es tan ligero que se cuela por las rendijas y pincha nuestros cachetes. Boedo es un milagro como mi familia y mis amigos... que estos días robados al viento sean la antesala de futuras aventuras. 

 (3 de Noviembre de 2016).

Maloserá, gente. Maloserá!


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