Realmente no sé qué pensar. Paso de la alegría a la angustia en segundos y sé que vos no lo registrás. Y está bien que no lo hagas. Está bien que no conozcas las ansiedades que despertás en mí y que me harían todavía más vulnerable a tus manejos.
No es culpa tuya. No. No tenés por qué saber, entender y comprender que a lo largo de mi vida se hayan alineado tantos planetas que me eclipsaron la razón y hoy me encuentro a tu merced... o vos a merced de mi locura (aún no tengo claro cuál de las dos es.... aunque la primera gana por goleada). Ya no sé por dónde escapar o qué estrategia usar para equilibrar esta bipolaridad severa que no me deja terminar de ser yo y que si no me cuido estallará en mi frente sin control; y produciendo los mismos resultados que año tras año y vez tras vez se producen.
De momento hay un atisbo de esperanza... ¿hasta cuándo?
Hasta que me vuelvas a faltar vos.
Maloserá, gente. Maloserá!
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